
La luz remonta a contracorriente la mañana
vadea el charco en la cuneta
como si atravesara un mar sembrado
—plástico y espuma sintética—
emerge del trance más ocaso que cenit
sin aliento
ni pasión.
Por eso es que la entiendo
cuando deja a oscuras esta acera,
(aquí, de este lado)
borde residuoso del cante
límite olvidado del lado oeste de la frontera entre
nosotros
y
nosotros.
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