El pájaro oscuro
ventea el aire,
el crepúsculo afila su guadaña
destilando negrura.
Ahora…
a cerrar las persianas,
temiendo el asalto nocturno
del viento helando cristales,
a buscar una señal
de amaneceres bermejos.
A huir, buscando luz.
Qué haré cuando el reloj
esté pariendo mi último minuto
si aún no es primavera, y la luz
no reina en mi patio,
ni florecen colgadas del alambre
gloriosas madreselvas
Yo sé bien
que vengo de la nada
y hacia la nada voy.
Aún así,
tendrá que esperar por mí el averno
a que me muera –anegada en luz–
algún día de verano.
ventea el aire,
el crepúsculo afila su guadaña
destilando negrura.
Ahora…
a cerrar las persianas,
temiendo el asalto nocturno
del viento helando cristales,
a buscar una señal
de amaneceres bermejos.
A huir, buscando luz.
Qué haré cuando el reloj
esté pariendo mi último minuto
si aún no es primavera, y la luz
no reina en mi patio,
ni florecen colgadas del alambre
gloriosas madreselvas
Yo sé bien
que vengo de la nada
y hacia la nada voy.
Aún así,
tendrá que esperar por mí el averno
a que me muera –anegada en luz–
algún día de verano.

1 comentarios:
He aquí los dones de la pervivencia Silvia, y la elección que hace el alma que en su jardín, elige la dignidad para la vida.
Un beso de xavier.
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